lunes, 9 de enero de 2012

Hasta Siempre Gordito

Hay veces en las que las cosas no suceden como nos gustaría, pero que son ley de vida... y ésta para mi, ha sido una de ellas...

Chavito murió el día 4 y yo no estaba ahí, ni para él, ni para mi familia. No pude despedirme, y mi familia no quiso decírmelo estando de viaje para que no me disgustara, pero el día 5 por la noche, Pedro me lo dijo, para que me fuera haciendo a la idea de que a la vuelta, él ya no iba a estar... Y desde esa noche, una parte de mi, se ha ido con él para siempre...



"Llegaste a casa casi por casualidad... En tu primera familia no supieron quererte como te merecías, y apareciste en nuestras vidas creo que por cosas del destino...

Todavía recuerdo tu sorpresa montado en el Renault 5 con Berta y conmigo de camino a tu nuevo hogar. Eras todo energía, saltabas por casa como un potro desbocado, y mamá se ponía como loca cada vez que te veía aparecer encima de algún sofá o de alguna cama...

Descubriste la ventana, y sus vistas hacia el río, desde lo alto del sofá, y pasabas largas horas mirando al infinito; hasta que un día te dormiste y te caíste entre el sofá y el radiador... Menudo susto te llevaste, y lo que nos pudimos reir cuando apareciste todo digno, como si nada hubiera pasado...

Te hiciste un hueco en el corazón de cada uno de nosotros, y hasta solíamos bromear con el abuelo, diciéndole que te consentía más de lo que había hecho con cualquier nieto. Su compañero de sofá, dormido en su regazo, exigiendo con la pata tu sesión de mimos, con el hocico sobre su pierna un trocito de pan..., o comiéndote sus magdalenas de media mañana en lo que se descuidaba para sentarse. Llenaste también de alegría sus últimos días.


Creo que fuiste feliz y nosotros afortunados contigo...

Cada primavera deseando que llegara la temporada de baños en la piscina, esos que ponían a más de una de los nervios... y que a mi me encantaban... Saltando en plancha desde el bordillo al rescate de cualquiera que hiciera que se ahogaba, o detrás de cualquiera que se tirara de cabeza... Recuerdo cómo aprendiste a salir tu sólo por las escalerillas, como si de una morsita te trataras... Y de los pises en las bolsas de piscina, tanto en la playa como en Valdeví... jajaja!!!


Tus largas carreras por el camino central detrás de Pedro, atajando a cada ida y venida, para poder ganar en el último suspiro el ansiado premio... el baño en la piscina, como no...

Estabas allí cuando el coche nos dejó tiradas a Berta y a mi, en pleno agosto, en medio de la autovía... jajaja!!!

Durante los largos años que duró mi carrera, ahí estuviste siempre, acompañándome en las largas noches en vela, algo que nunca podré olvidar... "Epi ronquiditos"...


Cuando corrías que te las pelabas... Me hice con unos patines último modelo, para echarte carreras por el paseo de Zorilla y así tú estabas en forma y cuando me cansaba, me llevabas a casa como si de un trineo se tratase... Nada me hacía más ilusión que imaginarme en un trineo de nieve contigo...


Nuestra excursión a los Picos de Europa, en la que fuiste la sensación de la montaña... Allí viste tu primera y creo que única vaca... Creo que pensaste que era un perro grande por como la miraste y como te acercaste... pero a ella no le hizo mucha gracias, lo recuerdas??? Ese día estuve a punto de perderte... Menuda gracia cuando para limpiarte, a la vuelta, te lanzamos una piedra al río y corriste sin dudarlo a por ella... Recuerdo tu cara de estupefacción cuando perdiste pie y el río te arrastró, a punto estaba Pedro de lanzarse a por ti cuando tu barrigota ancalló en una piedra y pudimos sacarte... Qué susto!!! Volviste dormido como un cesto, y yo orgullosa de tenerte conmigo...

Cada vez que hemos estado malitas cualquiera de las tres, siempre has estado ahí. Haciendo de estufita en nuestro regazo, o calentandonos los helados pies. Con cada jaqueca, tu respiración me calmaba, a oscuras, acurrucada junto a ti, el mundo se paraba para darme un respiro...


Estabas allí el día que me fui de casa, y el que se fue Berta también... Te quedaste cuidando de Laura, y ella de ti.

El día de mi boda, asomando las orejas por detrás de la puerta de la cocina en cada ocasión, como el curioso que siempre has sido...

Son tantas historias, que creo que podríamos escribir un libro con ellas... Trece son muchos años, y muy grande el vacío que nos dejas...

Gordito comilón, primero lo olías, y luego te lo comías... Lanzamiento de bolitas, lanzamiento de uvas, galletas, yogures, leche, queso fresco... Y qué no te gustaba??? Sobre todo en los últimos tiempos, nada...
Cuando hoy he entrado en casa y no estabas allí, te he buscado hasta con el alma, y no has aparecido... Ya se que estabas mayor, y que algún día esto podía pasar. Pero nada me consuela.


Has sido mi compañero, mi cómplice, mi amigo... y hoy ya no estás...

Habrá quien piense que sólo eras un perro, pero eres una parte de mi vida, de nuestras vidas, y no me la imagino sin ti.


Gracias por tantos y tan buenos momentos.
Espero que hayas sido feliz a nuestro lado, como nosotros lo hemos sido al tuyo.

Nunca te olvidaremos.

Hasta siempre... Descansa en paz."


Fdo: Tu familia.


2 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=79aKhQ8cTt8&feature=g-upl&context=G292da4bAUAAAAAAAAAA

    ResponderEliminar
  2. Mucho ánimo Irene, a mi también se me murió el perrillo hace casi un año, era como el tuyo pero en negro, se llamaba Zoco, se pasa mal porque te queda un vacío muy grande, pero es ley de vida...
    Un besazo Ana.

    ResponderEliminar