domingo, 5 de junio de 2011

Diario de a bordo... INDONESIA part1.

Diario de un viaje increíble...

Salimos de España, camino de Indonesia, tras más de 20 horas de vuelo y una escala en Doha, llegamos a Jakarta... allí nos esperaban el guía y el chofer como si de dos estrellas de Hollywood se tratase, esto debe ser habitual en este tipo de viajes, pero para nosotros era la primera vez...

Otras dos interminables horas de coche para conseguir llegar al hotel, en medio de caos que se vive en Jakarta, una ciudad hiper-poblada, con un gran problema de pobreza y otro gran problema de tráfico, en el que las mareas de motos y coches se funden entre los vaivenes de la semaforización, un completo desastre...

En el hotel nos despedimos del guía hasta la mañana siguiente y al llegar a la habitación, allí nos esperaban ellas... Fortunata y Jacinta, como Pedro ha decidido llamar a las dos figuras Indonesias que la agencia de viajes nos había preparado como regalo de bienvenida... lo cierto es que tienen un nombre mucho más especial, que no somos capaces de recordar, y representan una bonita historia de amor... lo bonito más bien, fue el detalle, que después de tanto viaje y algo de desasosiego, se agradeció un montón...

El hotel era un oasis de paz en medio del caos, un recinto enorme ajardinado, con montones de zonas comunes y aire acondicionado como para acabar con las existencias de electricidad del planeta... el motivo, la humedad y la polución que hacen irrespirable el aire de la ciudad...

A la mañana siguiente nos levantamos prontito para poder dar una vuelta a la luz del día y contemplar con horror la suciedad y el caos que si la noche anterior atisbamos, se hicieron evidentes con las luces del día... Lo peor, es que en medio del caos allí estábamos nosotros, dos bichos raros, observados y señalados al pasar, como si de dos monitos de circo se tratase… yo pensaba que a estas alturas, con todo esto de la globalización, el turismo… estas cosas ya no pasaban, pero para nuestro asombro, no es así… al acercarnos a la entrada de un mega centro comercial en el que montones de niños preescolares esperaban para acceder a una función en su interior… no sólo nos señalaban con descaro, sino que se empujaban los unos a los otros diciéndose “mira, mira…” qué sensación más rara

Después de un corto pero intenso paseo, volvimos al hotel para ser rescatados y volver al aeropuerto en el que pasaríamos las siguientes cuatro horas, esperando nuestro vuelo para Borneo, que tuvo un retraso de dos horas… Al llegar a Pangkalan Bun, el aeropuerto de Borneo, allí nos esperaba Anan, nuestro nuevo guía, que ya de noche, nos llevó hasta el que iba a ser nuestro nuevo hogar durante los próximos tres días, el Klotok (barco de madera) en el que recorreríamos las aguas de rio Kumai hasta llegar a las tres reservas de orangutanes que a día de hoy existen…

Nuestra zona del barco, la cubierta, en donde haríamos vida y donde llegada la noche nos montarían nuestras camitas con una mosquitera, para evitar ser comidos por los hambrientos mosquitos…

Así llegó la primera noche, al rato de embarcar por primera vez… y el cielo nos brindó una noche preciosa, en la que no había estrella, por lejana que fuera, que no quisiera ser vista, y nosotros ver…
Al amanecer, el amarre donde atracamos el barco, resultó ser el puerto de un poblado que despertaba con las primeras luces del día, al igual que nosotros… Al ratito, empezó a llover, y no paró durante toda la mañana… Diluvió durante horas sin dar tregua, hasta que después de comer, el sol hizo fuerza y se coló en la selva, para permitirnos ver el camp más grande de la reserva de orangutanes, Camp Leakey, en la que tuvimos la suerte de ver a Tom, el rey…

y a distintos orangutanes macho y hembra, con sus babys, quienes con más miedo que otra cosa, se acercaban a comer plátanos a la plataforma de alimentación…

Vivimos escenas muy divertidas, tanto al llegar, como al irnos, tratando de ser abordados por un orangután tragón, con ganas de comida fácil… la nuestra!!!  Acaricié a uno, qué sensación más extraordinaria, sus manitas son suaves como el culito de un bebé y su pelo duro como púas…

Un día para el recuerdo, que acabó con el barco amarrado a pocos kilómetros, para hacer noche allí, siendo invadidos por los mosquitos, hormigas voladoras, mosquitas y demás insectos, una vez consumidos los últimos minutos de luz del día… Nos esperaba una larga velada con la sinfonía de fondo de una selva que crece en la noche, para asustar al más valiente, con sus melodiosas voces y sus estremecedores ruidos…

A la mañana siguiente, volvimos a Camp Leakey para hacer un trekking por la selva, dos horas en las que no vimos un orangután ni de lejos, pero a cambio, fuimos devorados por sanguijuelas y mosquitos, que hicieron el agosto con nosotros, qué asco!!! Si algo no soporto son este tipo de bichos que se te pegan al cuerpo y te chupan la sangre… prefiero las serpientes y los cocodrilos, que por supuesto, también hicieron acto de presencia, además de árboles centenarios cubiertos por lianas interminables y vegetación exuberante…

Cuando partíamos de nuevo en el klotok, el orangután tragón trato de abordarnos de nuevo... muy divertido!!! Por la tarde visitamos el primer camp de la reserva, el cual frecuentan unos 60 orangutanes, pero tampoco vimos ninguno… no era nuestro día… eso sí, los mosquitos nos frieron, parecemos baricélicos sobre todo nuestros pobres culitos… la única zona en la que se nos olvidó aplicar repelente y al ir a la letrina… hicieron estragos en nosotros, ambos dos, nunca pensé que fueran tan rápidos, ni nosotros tan torpes

El atardecer en la barca fue indescriptible, fuimos descubriendo grupos de monos de nariz larga a lo largo del trayecto, uno de ellos en lugar de ocultarse, salió a nuestro encuentro, y nos observamos durante largo rato, con la misma curiosidad y respeto. Parecían personas, sentados en los árboles con sus largas patas y sus esbeltos brazos, además de sus perfiles aguileños, geniales!!!

La noche se nos hizo la más larga de las tres, quizás porque era la última, y lo echaremos de menos. A la mañana siguiente, el cocinero volvió a impresionarnos con su brillante forma de cocinar, tres cubiletes, una sartén y el duro suelo de la barca como asiento, y hacía tiempo que no desayunábamos, comíamos y cenábamos tan bien y tan sano. Y así llegó la despedida y nuestra vuelta a lo que hemos determinado llamar la civilización, por decir algo…

Un beso y espero que hasta prontito... 

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