Desde que Pedro me pidió MATRIMONIO, no he parado de buscar el vestido de mis sueños… y no sólo no lo he encontrado, sino que más de un disgusto me ha costado. Cuando tienes muy claro lo que quieres, y nadie te entiende, te sientes francamente incomprendida.
El primer sitio al que me recomendaron ir fue a Pronovias, la verdad es que estaba tan emocionada, que no sabía como explicarle a la dependienta lo que quería, poco a poco nos fuimos entendiendo y después de probarme varios modelos me propuso uno de Manuel Mota, algo totalmente distinto, algo que nunca hubiera elegido en catálogo y cuando lo vi, me gustó un montón, algo excesivo, pero muy bonito. La tarde fue productiva, tres posibles candidatos y el primer posible cambio.
El segundo día fuimos a Rosa Clará, la cosa prometía, pero cuando comenzamos a ver el catálogo in situ nos explicaron que no tenían todos los modelos, que sólo los punteados en azul, entre los que no estaba ninguno de los que había elegido tras una exhaustiva criba por Internet… bueno, “me dejaré aconsejar”, pensé, y poco a poco me fui viendo disfrazada, enfundada en vestidos de telas que nunca me han gustado y en los que ni mucho menos me sentía yo misma. Lo peor fue cuando la dependienta consiguió la aprobación de mi madre y mis dos hermanas… nos faltó pagarlo!!! y a mi llorar.
Tras un mal rato horrible ese no era el vestido que quería llevar el día de la boda y convencí a mi madre de que necesitaba pensarlo un poco y nos apuntaron para otro día, una segunda prueba, pero esa no era yo… Esa misma tarde nos acercamos al Taller de Concha Sinovas y nos recomendó esperar hasta mediados de septiembre-octubre, así que con el disgusto para casa… A la mañana siguiente llamé para anular la segunda cita en Rosa Clará.
Después hemos estado en Villáis, donde nos atendió una mujer agradabilísima y nos enseñó con la mejor de sus sonrisas vestidos que tampoco eran lo que buscaba… y entonces, decidí darme un tiempo de descanso, algo tan bonito no podía estar amargándome las horas…
Pero ha llegado el momento de volver a la carga… y lo que nunca me imaginé, me da muchísima pereza, creo que por ahorrarme más disgustos, prefiero ir en vaqueros… Con lo clarito que lo tenía… y lo que más coraje me da, es cuando oigo eso de que “Cuando te ves con él, sabes que es el vestido…” y si no te ves con él… supongo que no es el fin del mundo… o sí…
Ya se que es un vestido de fiesta, pero éste el vestido con el que me gustaría casarme, no es la boda una FIESTA, pues me gustaría sentirme como ella (Gisele Bundchen) por un día… jajaja!!!
No es precioso???
Esta tarde iremos a ver los diseños de Jesús Peiró… ya os contaré si habemus vestido o habemus otra cosa…
No hay comentarios:
Publicar un comentario